A la hora de enfrentarse a un elogio, lo primero que debemos pensar es en los múltiples beneficios que puede aportar tanto a la persona que lo da, como a la persona que lo recibe.
Entre estos beneficios estaría:
Ahora que has podido leer alguno de los beneficios, viene el momento de que te enseñe el cómo. Para ello me he servido de un excelente manual titulado Manual de la comunicación personal de éxito, de Teresa Baró y que desde Justifica tu respuesta aprovecho para recomendarte.
1. Sinceridad. Un elogio que no es sentido, no es un elogio. Si hay algo que destacaría de un buen elogio es, por encima de todo, su honestidad.
No soy partidario de engañar a un alumno con un elogio que no me creo. Además, si no es honesto, es muy probable que el alumno se sienta engañado.
2. Gratuidad. Debes imaginarte que una alabanza es lo más parecido a un regalo. Y cuando se regala, debe regalarse sin esperar nada a cambio, sin esperar ninguna contrapartida.
3. Merecimiento. Un buen elogio debe ser algo merecido por tus alumnos. ¿Qué quiere decir esto? Pues que debe ser algo que se salga de lo normal, es decir, no se puede elogiar lo que debería ser una obligación.
Por ejemplo, no puedo elogiar a un alumno porque llega puntual a clase todos los días. El elogio a un alumno sobre puntualidad se lo daré si por una determinada razón ha sido puntual, pese a las dificultades que haya podido tener.
4. Actitud y esfuerzo. Creo que el tipo de elogio que debes dar a tus alumnos debe ir enfocado hacia su actitud y hacia su esfuerzo. ¿Por qué? Pues porque son dos cualidades que requieren de acción, voluntad y determinación.
Además, no son cualidades o atributos que nos vienen dados como, por ejemplo, la inteligencia. Por tanto, el alumno debe darse cuenta de que una alabanza se gana desde el trabajo.
5. Inmediatez. Otro de los consejos para dar un buen elogio tiene que ver con la inmediatez del reconocimiento. Por tanto, no dejes pasar mucho tiempo entre logro y elogio, ya que este podría perder efecto.
6. Discreción. Aunque no siempre, en mi caso me gusta elogiar a un alumno desde la privacidad y la discreción. Creo que cuando se da un elogio hay que tener muy en cuenta el entorno en que dicho elogio se produce porque puede acabar siendo motivo de burla o envidia por parte del grupo clase.
7. Forma. Es muy importante encontrar las palabras justas, es decir, un buen elogio debe ser breve, directo y con un tono de voz que no suene a exagerado.
También es importante mirar a los ojos del otro. En mi caso lo que hago es elogiar con un semblante serio y, al final del mismo, esbozar una leve sonrisa.
8. Concreción. No hay peor elogio que aquel que el alumno recibe y no es capaz de entender. Es por eso que debe ser breve, conciso e ir al grano. Aquí tienes un ejemplo:
9. Momento oportuno. Es tan importante el elogio como el momento en que das ese elogio a tu alumno. En este sentido, hay que evitar dar un elogio cuando se tiene previsto pedirle algo a un alumno.
10. Buen uso. Haz del elogio un buen uso y no un abuso. Si elogias demasiado, el elogio pierde su efecto. Recuerda que debe ser la recompensa a algo “extraordinario”, no a algo rutinario.
Si has leído estos diez consejos sobre cómo alabar a un alumno, te habrás dado cuenta de que, efectivamente, es todo un arte.
Pero todo arte tiene su recompensa y la que recibes como docente es el agradecimiento, la satisfacción por el trabajo bien hecho. Y todo ello sin esperar nada a cambio.
Ojalá que en tus clases encuentres cada día una oportunidad para la alabanza. Y ojalá que esa oportunidad te ayude a afianzar el vínculo emocional entre el alumno y tú.
Fuente del artículo: Manual de la comunicación personal de éxito, de Teresa Baró,