Para explicarlo, fíjate en esta magnífica cita que descubrí en el libro de Jason Fried y David Heinemeier ReWork: Change the way you work forever:
“Si necesitas explicar algo, trata de ser real con ello. En lugar de describir qué aspecto tiene, dibújalo. En lugar de explicar cómo suena, tararéalo. Haz todo lo que esté a tu alcance para eliminar las capas de abstracción“.
De lo que se trata es de apoyar el poder de la palabra con muestras u objetos. Esta técnica no es nueva, y viene utilizándose desde tiempos inmemoriales como, por ejemplo, en las representaciones teatrales.
Un objeto siempre tiene un gran impacto en cualquier auditorio. De ahí que deba tenerse en cuenta como un recurso más para transmitir determinados conocimientos.
Si eres de los que en ocasiones tus palabras resultan insuficientes para enseñar, prueba con incorporar algún objeto en tus enseñanzas siguiendo los consejos que facilita Dale Carnegie en su manual:
Si has pensado en usar un objeto para enseñar…
1. Guarda el objeto fuera de la vista de tus alumnos hasta el momento que creas necesitarlo. Ese momento suele darse cuando la atención y concentración de tus alumnos cae en picado por la razón que sea.
2. Elige objetos de dimensiones considerables que puedan ver sin dificultad todos los alumnos, independientemente del lugar que ocupan en el aula. En el caso de que tu objeto no sea muy grande puedes usar un recurso muy sencillo: proyecta el objeto al mismo tiempo que lo enseñas a tus alumnos.
3. Otro recurso que puedes usar para recuperar la atención de tus alumnos mediante un objeto es haciéndolo circular por el aula, es decir, hacer que pase de mano en mano. Pero recuerda: no hables o no enseñes mientras los alumnos se van pasando el objeto de mano en mano.
4. Cuando tengas el objeto en tus manos, levántalo lo más alto que puedas para asegurarte de que todos los alumnos lo ven. En ese momento toda la atención del grupo se focalizará en ese objeto y podrás recuperar fácilmente su atención.
5. Siempre que sea posible, dota de vida a ese objeto, aunque se trate de un objeto inanimado. ¿Qué quiere decir esto? Pues que suele funcionar muy bien cuando el objeto toma vida por sí mismo o a través de tus palabras con una buena historia o anécdotarelacionada con lo que enseñas.
Si quieres saber cómo se cuenta la anécdota perfecta, no dejes de leer el artículo titulado La fórmula secreta para contar anécdotas a tus alumnos.
6. Evita fijar la mirada en el objeto mientras hablas. ¿Por qué? Porque tu misión es comunicarte con tus alumnos y no con el objeto.
7. Cuando ya no precises del objeto porque has recuperado la atención de tus alumnos, procura dejar el objeto en un lugar visible para todo el grupo. Esto te permitirá hacer alusiones durante el tiempo que dure la clase. Y recuerda: puedes señalar el objeto, pero siempre debes hablar mirando a tus alumnos.
8. No hay nada mejor que crear expectativas para captar la atención de tus alumnos. Por tanto, un buen recurso es dotar a ese objeto de un cierto halo de misterio. ¿Y cómo? Teniéndolo tapado en un lugar visible hasta el momento de mostrarlo. Por ejemplo, durante la clase puedes ir acercándote, mirarlo fijamente en silencio y luego mirar a tus alumnos manteniendo ese silencio.
Se trata de crear misterio, expectación. Un misterio y una expectación que te resultarán valiosísimos cuando quieras recuperar la atención de tus alumnos.
Si una imagen vale en ocasiones mil palabras, un objeto puede convertirse en un excelente recurso para no sólo captar la atención en un momento determinado de tu sesión lectiva, sino también para ayudar a tus alumnos a que visualicen, comprendan acepten y entiendan mejor tus enseñanzas.
Ojalá que me mañana puedas sostener entre tus manos ese objeto que logrará dejar con la boca abierta a tus alumnos. Una boca abierta de dejará paso a tus palabras, que dejará paso a tus enseñanzas…