Tanto la bibliografía y estudios como la práctica clínica diaria coinciden en que la sospecha de los padres de que existe un problema, de que “algo no va bien”, en los casos que denominaríamos “autismo típico” “autismo de Kanner” “trastorno autista”, se da alrededor a los dos años de edad (18-24-36 meses), y se basa en dos aspectos principales:
Así mismo, en muchos casos, los padres hacen referencia a un reducido interés por las interacciones sociales o ausencia de conductas “sociales”, pero rara vez estas conductas por si solas son motivo suficiente para que salte la voz de alerta, sino que suelen percibirse y referirse cuando aparecen acompañadas de retraso de lenguaje o algún comportamiento “extraño”.
Preocupaciones de los padres que alertan sobre los TEA (reelaborado y adaptado de Filipek et al, 1999)
Preocupaciones sobre la relación social
Preocupaciones sobre la conducta
No obstante, cuando el niño cuenta con alguna habilidad especial, por ejemplo, cuando muestran una muy buena capacidad para aprender conceptos relacionados con la lecto-escritura, con los números o buenas capacidades para resolver puzzles y rompecabezas, es más que probable que los padres, o incluso los maestros y médicos de atención primaria, no presten atención a las dificultades hasta pasados los 3 años de edad
Cabe destacar además que los síntomas iniciales de los TEA pueden mostrar gran variabilidad clínica, tanto en la expresión de los mismos como en su “gravedad”, lo cual interfiere claramente en la detección precoz y por tanto en el diagnóstico temprano del trastorno. Por eso, entre otros motivos, la edad media de detección y diagnóstico continúa siendo inaceptablemente tardía. Sin embargo, a pesar de la amplia variabilidad y la heterogeneidad de comportamientos, se ha ido llegando a un consenso sobre las características generales que comparten los TEA, y han ido desarrollándose instrumentos para el diagnóstico, aplicables de forma más fiable y válida, en niños mayores de dos años.
Los estudios concluyen que más del 50% de los padres de niños con TEA manifiestan preocupación por el desarrollo de sus hijos entorno a los 18 y 24 meses de edad. En algunas ocasiones los padres solicitan información sobre algunas manifestaciones atípicas del desarrollo de sus hijos, pero son menos de 10% de los casos los que son detectados y diagnosticados antes de los 2 años.
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Artículo de Maria Motos Psicóloga especialista en Neuropsicología en la Unidad de Neurorrehabilitación Infantil del Hospital de Manises.