Los niños también se preocupan. Se preocupan y a veces mucho. No pueden escapar de la dinámica de una sociedad que está más en modo pensar que en modo sentir y perciben nuestra forma de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás. La batería de preguntas con los que les solemos recibir mientras ellos intentan deleitarse con su merienda les pone enseguida en alerta: qué has hecho, qué tienes de deberes, qué te pusieron en el examen, a ver si nos da tiempo a… Y en cuestión de segundos ya estamos todos en la rueda.
La anticipación o cómo crearnos una historia de miedo
El pasatiempo favorito de nuestra mente es sacarnos del momento presente y una de las formas que tiene es anticipar. Anticipar es alimentar ideas (la mayoría de las veces improbables y al fin y al cabo, inventadas) sobre un acontecimiento futuro. Los niños comienzan a anticipar ante un examen, una excursión, una actividad nueva y terminan sintiendo miedo y ansiedad.
La mente es una fábrica de ideas, y en este caso está fabricando preocupaciones. En poco tiempo el niño se ha formado una película sobre cómo serán las cosas al día siguiente y ha quedado atrapada en ella. ¡Una auténtica película de miedo! Decirles “no te preocupes” no será de gran ayuda. ¿Qué pasa si te digo que no pienses en un elefante rosa? No puedes quitártelo de la cabeza verdad? Pues esto es igual, luchar contra los pensamientos intentando ahuyentarlos como si de moscas se trataran no servirá de mucho.
Tenemos que trasmitirles estas ideas fundamentales:
- Creemos que al preocuparnos podemos solucionarlo pero esto no es verdad. Al preocuparnos nos sentimos cada vez peor y nos aferramos al problema.
- La transitoriedad de los pensamientos. La naturaleza del pensamiento es transitoria. Un pensamiento no permanece con nosotros las veinticuatro horas del día. Así que respetemos su naturaleza, dejemos que se vaya. Lo que sucede es que nos enganchamos a él y si después de mucho esfuerzo logramos despegarnos cogeremos otro y así sucesivamente. Cuando los observamos y ponemos distancia entre ellos podemos permitir que pasen y se alejen. No somos los pensamientos, por eso podemos verlos como si de un tren se tratara.
Detrás de la preocupación, siempre hay miedo. Reconozcamos esa emoción. Bajemos la atención al ombligo para respirarla, sintamos el miedo y soltemos después. Cuando estamos enganchados a los pensamientos en realidad huimos de nuestras emociones desagradables pero ahora ya sabemos cómo manejarlas. Que sientan. Que suelten. Y habremos logrado liberar pensamiento y emoción.
Cuando los niños conocen cómo funciona su discurso mental pueden aprender que:
- No tienen que creerse sus pensamientos. Por ejemplo, “siempre suspenderé matemáticas”, “soy torpe”, “nunca gustaré a una chica/un chico”… Eso no es cierto.
- Ellos no son sus pensamientos. Aquí como hemos visto nos desidentificamos de ellos. Ellos pueden observarlos, luego hay un nivel de conciencia distinto.Y si queréis descargaros las tarjetas de Afirmaciones para trabajar en el aula o en casa podéis hacerlo AQUI Afirmaciones
En Infosal somos conscientes de la importancia de aplicar estas técnicas en la educación y os ofrecemos este curso que empieza mañana!
3 Comments
Hola desde Argentina envio mi saludo y agradecerles por este aporte!!
Muy buena explicación, clara y práctica. Yo tengo ansiedad y me parece muy buena idea difundir este tipo de cosas dirigidas a los niños. Ya que en mi niñez no tuve posibilidad de entender lo que me pasaba y descreer de mis pensamientos. Y pienso que mis padres desconocian del tema y por ello no pudieron ayudarme. La idea de las tarjetas es muy util y ayuda a prevenir un trastorno de ansiedad, comenzando de niños! 🙂
Hola Cecilia! Nos encanta tu comentario y te lo agradecemos mucho, es verdad que la prevención es la clave y estamos luchando porque la educación emocional sea tan importante en el currículum académico como cualquier otra asignatura, seguro que lo conseguiremos!