La adolescencia es una época especialmente vulnerable y a la vez fascinante pero no siempre es fácil entender ciertos comportamientos o explosiones emocionales que a los adultos nos quedan ya un poco lejos. Lo cierto es que tenemos que comprender su realidad para poder relacionarnos con ellos y que nos consideren merecedores de acompañarles en esta etapa. Los cambios físicos, la dificultad para manejar unas emociones demasiado intensas, el miedo a no ser aceptado, la inseguridad, los conflictos en las relaciones… son rasgos típicos que acompañan esta etapa generación tras generación. Sin embargo los adolescentes de hoy tienen un desafío añadido, las nuevas tecnologías y demasiada información para poder procesar solos.
Las redes sociales, películas, series, cientos de páginas web, canales, blogs… bombardean constantemente a un público normalmente lleno de inseguridades y sin unos cimientos sólidos para adoptar una respuesta firme. Es cierto que el ser humano está en cambio continuamente pero en esta etapa los cimientos son especialmente delicados.
Las estadísticas arrojan cada vez datos más escalofriantes sobre la violencia de género en nuestro país, no solo en número sino también en la edad de las víctimas cuyo número se incrementa entre los adolescentes. Nos removemos cuando escuchamos casos graves con violencia física pero hay otro maltrato que no nos llega, un maltrato sutil y contaminado por falsas creencias sobre el amor que repercute en la salud psicológica, la calidad de las relaciones y el ambiente en la escuela.
Las nuevas tecnologías son más que un medio de comunicarse entre ellos, forman parte de su vida y de cómo estructuran sus relaciones, de cómo se enamoran y de cómo desarrollan ese proyecto de pareja. El mito del amor romántico sigue vigente en nuestra sociedad y se inserta con éxito en las primeras experiencias de la pubertad. Este tipo de amor, basado en el control y la dependencia emocional encuentra en las redes un aliado perfecto para desplegarse. No es necesario estar presente pero puedo controlar y exigir a mi pareja disponibilidad veinticuatro horas al día. En los institutos se están detectando casos de acoso, manipulación, intimidación y chantaje a través de las nuevas tecnologías y en nombre de un amor mal entendido.
Como padres y educadores podemos desmontar estas falsas creencias sobre el amor. Ni príncipes, ni princesas ni mucho menos dragones, sino relaciones basadas en la igualdad, el respeto y el apoyo mutuo. Que los celos no son muestras de amor ni tengo que dar mi contraseña en Facebook como prueba de lealtad. Que una foto comprometida por whatsapp es una mecha encendida difícil de controlar y que si hay miedo, control o sufrimiento NO ES AMOR.
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Artículo de Elena Muñoz, autora del curso