Cada vez escuchamos, sentimos y nos concienciamos más de la necesidad de crear escuelas donde el respeto por los ritmos del niño y por su individualidad sean realmente lo primero, la escuela ha de adaptarse a los niños, y no al revés.
Cada vez escuchamos más sobre esta imparable revolución de las escuelas “alternativas”, haciéndose hueco en el panorama educativo.
La pedagogía Waldorf lleva muchas décadas de andadura y está claramente asentada como sistema educativo diferente, al que casi todos nosotros, hemos recibido. Cuando uno entra en una escuela Waldorf, apenas ha pasado por la puerta ya puede percibir que algo diferente y muy cuidado está sucediendo. El arte está presente en cada rincón, puede respirarse calma y armonía.
En un aula de infantil los jueves huele a pan, vemos a los niños jugar con troncos, piñas, telas, cera de abeja para modelar, muñecos de lana que han cosido las educadoras o lo padres, a veces, hacen cestas de mimbre, otras hacen farolillos que pintan con acuarela.
Esta metodología es un mundo inmenso en el que se cuida de los niños, pero también de los adultos. Los maestros también realizan esos talleres en los claustros, aprenden a cantar y a modelar con barro, porque ellos también son importantes, también se cuidan y dedican un tiempo a la reflexión, al crecimiento personal y al aprendizaje constante.
En un entorno tan agradable hay quien se pregunta si no existen los conflictos entre los niños, si siempre están en ese estar tan calmado donde parece que se ha parado el tiempo. Si bien es cierto que el ambiente y los ritmos están muy bien preparados y organizados, la escuela Waldorf no carece de límites. Se cuenta con normas y con la figura de la “autoridad querida” en la que la maestra está velando por el ambiente y actuando cuando se necesite.
En estas escuelas el rol del maestro es más bien retirado (su postura es más de observador) está totalmente presente desde un lugar de tranquilidad en el que puede darse cuenta de esos pequeños detalles que es fácil que nos escapen en el día a día.
¿Pero por dónde empiezo? ¿qué cambios puedo ir introduciendo?, todo esto te lo cuento en la formación de Aproximación a la Pedagogía Waldorf en el que nos aventuraremos en un viaje en el que veremos desde la parte más práctica (ritmos diarios, actividades, canciones y cómo hacer algún material entre otras cosas) y desde un lugar más profundo para reflexionar sobre la salud emocional de los niños y de aquellos que les acompañamos.
Artículo de Celia Ortega profesora del Curso