¿Sabéis aquellos momentos en familia en los que estás disfrutando del desayuno y en un segundo todo se tuerce por la cosa más tonta? Pues esto es exactamente lo que pasó hace unos días con mi hijo de 2 años y medio. Quizás te suene esta situación:
Vamos, típica rabieta desproporcionada, irracional e inesperada en la que te quedas con cara de póquer pensando “pero bueno, ¿y ahora qué pasa?”, “¿Cómo se puede poner así por algo tan tonto? ¡Y encima me pega!”, “Con lo bien que estábamos desayunando y ahora tiene que montar el numerito (en público)”. Es muy fácil acabar pensando este tipo de cosas…
Entonces lo que intentas hacer suele ser razonar con él. ¿Lo habéis probado alguna vez? En estas situaciones, NO FUNCIONA. Es más, cuanto más quieres explicarle porqué no puede mojar el bocadillo en el café, o porqué no está bien tirar cosas al suelo o porque no puede pegar a mamá…PEOR. En el caso de mi hijo, cuando haces esto, su enfado va en aumento y lo que se supone que no puede hacer, todavía lo hace con más ganas.
Para nosotros los adultos que nos relacionamos casi siempre desde el cerebro racional y lógico, puede resultar algo frustrante, irritante y desconcertante. Porque, si mi hijo no entiende lo que le estoy diciendo ¿qué hago? Y si encima va a peor, ¿cómo lo paro? Normalmente acabas pensando “ya está bien, es que siempre se tiene que salir con la suya”, “me está desafiando” o “se está volviendo un desobediente”, “si con 2 años pega, no me quiero imaginar cómo será a las 6”, etc… En definitiva, juicios y más juicios que en nada ayudan a calmar la situación, más bien al contrario, empeora.
Entonces, ¿qué puedo hacer para gestionar las rabietas o los enfados de mi hijo?
La respuesta va muy relacionada con estas 3 IDEAS BÁSICAS que todo padre debería saber:
1) RAZÓN Y EMOCIÓN SON IDIOMAS DIFERENTES
Cuando tengas delante de ti una emoción (la que sea), NO utilices la lógica. Puedes explicarle tus razones a tu hijo, pero no esperes ni que te entienda ni que tus explicaciones le ayuden a calmarse. En ese momento, no las entiende.
Cuando un niño está desbordado por una emoción lo que necesita es que le ayudes a calmarse. Para ello necesitamos empatizar y conectar con él. Esto SÓLO lo podemos hacer desde el HEMISFERIO DERECHO (la emoción), y no desde el HEMISFERIO IZQUIERDO (la razón), que es desde donde solemos relacionarnos.
¿Cómo se hace esto de relacionarse desde el hemisferio derecho? – quizás os preguntéis -. Lo cierto es que no nos han enseñado a hacerlo (he aquí la importancia de la educación emocional en las escuelas). Y los niños, más allá de estas situaciones puntuales, viven en el hemisferio derecho, son pura emoción hasta como mínimo los 3 años (edad en la que empiezan a desarrollar la lógica). Estas son algunas claves para aprender a hablar su idioma:
2) ACEPTA LO QUE TU HIJO SIENTE
Es importante que, sea lo que sea que siente tu hijo (puedes ayudarle tu a ponerle nombre) pueda expresarlo libremente. Aceptar significa no juzgar ni pensar que “está mal” sentir enfado, tristeza, rabia o frustración. Las emociones necesitan ser expresadas. Mensajes como “no llores” o “no te enfades” llevan a reprimir la emoción y esto siempre tiene un efecto nocivo tanto para nuestra salud física como emocional (suele acabar saliendo de forma descontrolada por otro lado). La emoción nunca es el problema. El problema suele ser la forma de expresarla (por ejemplo, pegando). En estos casos que podemos decirle: “entiendo que estas enfadado y que te ha sentado mal no poderte comer el bocadillo. A mamá también le pasa. Lo que no podemos hacer cuando nos enfadamos en pegar ¿qué otra cosa puedes hacer para calmarte?”.
Sobre todo cuando te encuentras ante una emoción incómoda de tu hijo (a mi particularmente me cuesta mantener la clama cuando pega o tira cosas al suelo) es importante no tomártelo de forma personal, esto sólo hará que tú también pierdas el control. Sabemos que no lo es, pero eso no evita que en ocasiones lo olvidemos…
3) ¿ESPERAMOS DEMASIADO DE LOS NIÑOS?
¿Sabemos lo que hace un niño normal y sano? ¿Sabemos qué esperar de ellos según la edad? Mi experiencia es que NO.
Los niños hacen cosas de niños, es decir: se mueven, gritan, siempre prefieren jugar, se les caen las cosas, no tienen control de sus emociones, no tienen noción del tiempo, lloran y hacen cosas irracionales. No razonan ni entienden muchas cosas.
¿Y si revisamos nuestras expectativas respecto a nuestros hijos? ¡CUANTAS RABIETAS Y DESOBEDIENCIAS NOS PODRÍAMOS EVITAR SABIENDO QUÉ ES LO NORMAL!
Artículo de Andrea Zambrano de Educar es Emocionar, si quieres aprender más no dejes de ver nuestros cursos online
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